jueves, 22 de diciembre de 2011

Capítulo 15.

Sentías como su aliento chocaba cálidamente sobre tu boca y te estremeciste. Tus ojos iban de los suyos, verdes, a los labios rosados de su boca; un camino constante. Le retiraste un mechón que se había pegado en su mejilla, con una caricia. La excusa perfecta para acercarte un poco más.

Ella te miraba fijamente, no parecía tener intenciones de alejarse de vos. No pudiste evitar efectuar una media sonrisa; no podías creer estar finalmente así con Paula.

Y casi rozaban sus labios, cuando tu teléfono comenzó a sonar. Largaste una puteada aún encima de ella y Paula rió mirándote graciosa.

- Perdón Pau – dijiste tímidamente y ella te acarició. Así menos ibas a poder atender.

- Atendé tranquilo – y te sonrió. Vos te levantaste con un bufido para agarrar el teléfono. Paula se incorporó también y tomó nuevamente la cuchara con la que estaba comiendo.

Leíste el nombre que titilaba en la pantalla antes de tomar la llamada. “Mariano, que hacés” dijiste y M. Iudica te comentó rápidamente casi sin respirar cómo la reunión que tenías hoy con el “Chato” se había movido para ya porque tenían que resolver varias cosas que quedaron pendientes antes de que empiece el programa. “¿Podés estar en media hora?” te preguntó y vos no tenías muchas opciones. Definitivamente querías el laburo y más que nada, quedarte en Buenos Aires. Acababas de despejar cualquier tipo de duda.

“Sí, ya salgo para allá”

Después de cortar, dirigiste tu mirada al sillón. Paula se hacía la que miraba la televisión; vos sabías que había estado escuchándote atentamente, no podía con su curiosidad. Notó que la mirabas y con naturalidad se acomodó en el sillón para quedar en dirección tuya.

- ¿Te reclaman?

- Algo así – respondiste y sabías que se moría por saber más – Es por un trabajo de productor que me ofrecieron.

- ¿En serio? ¡Qué bueno Pepe! – te dijo sonriendo y se paró para quedar a tu misma altura y poder abrazarte – Justo tiene que ver con algo de lo que te gusta hacer – y te morías cuando sonreía así… con la mirada.


- Sí, lástima que me tengo que ir ya... - y ella se mordió el labio inferior - Nos va a quedar la multa pendiente - dijiste algo gracioso mientras te perdías en sus ojos. Estabas peligrosamente cerca.

- Ya voy a tener oportunidad de cobrármela, digo si te quedás en Capital - remató sensualmente.

- O podes acompañarme a Ideas y buscamos el momento - arriesgaste bromeando con una media sonrisa y enarcando una ceja. Paula rió y te golpeó amistosamente el hombro.

- Dale, anda que se te va a hacer tarde y a mí se me derrite el helado- y te dio un beso en la comisura del labio que te dejó pasmado.

Sonreíste atontado mientras ella volvía y se sentaba nuevamente. Tomaste el celular y las llaves para irte luego de saludarla, aún en una especie de trance. Paula observó divertida como desaparecías por la puerta.

Cuando llegaste abajo, te llego un mensaje de texto de ella.

"Me había olvidado lo chueco que eras"

Largaste una carcajada.




(Flashback)

El cielo estaba completamente despejado; el día estaba hermoso. El frío invernal se mantenía, pero el sol hacía que estar al aire libre sea más ameno.

Pasaste por la puerta del hotel para llevarla a patinar como prometiste. No te entusiasmaba la idea de estar en una pista llena de gente y Paula tampoco te había insistido tanto, pero por alguna razón ella te convencía demasiado fácil.

Después de hacer un par de combinaciones en el subte y de reírte por cómo Paula experimentaba su primer viaje en ese transporte ("yo nunca viaje en subte Pedro, ¡soy de provincia!") al fin llegaron al Rockefeller Center.

En inglés pediste amablemente dos pares de patines en tu número y en el de tu acompañante a la pulposa morocha que atendía. Paula te miraba enarcando una ceja y cuando la encargada te los entregó, se mordió el labio inferior.

- Cantidad no significa calidad - te dijo en el oído cuando estaban alejándose y tomó su par de patines. Reíste.

- ¿Y quien dijo que me interesa la cantidad? - ella estaba sentada en un banco mientras se ponía los patines. La viste sonreír y creíste escuchar un “más te vale”. Pero cuando se paró, no pudiste evitar preguntarle lo que acababa de formularse en tu mente - ¿Sos chueca?

- ¿Eh? – te contestó extrañada.

- Si sos chueca - repetiste y una “o” iba formándose en los labios de Paula. La imagen te pareció tan graciosa, que no pudiste evitar reírte lo cual a ella la ofendió aún más.

- ¡No soy chueca Pedrooo!, tengo una leve inclinación del pie izquierdo hacia adentro – y te ahogaste con tu risa contagiándola a ella – Es un problemita de nacimiento, me tuvieron que enyesar ¡No te rías! – decía mientras carcajeaba también – Casi ni se nota, nadie se había dado cuenta hasta ahora.

- Soy muy observador – le dijiste sensualmente y ella volvió a morderse el labio.

- De eso ya me di cuenta… - y vos suspiraste al saber que hacía alusión a la chica de unos minutos atrás, de la que ni te acordabas la cara – Voy entrando a la pista… a ver si me alcanzas – sentenció desafiándote y vos sonreíste.

Te calzaste los patines e hiciste un paneo general antes de entrar al hielo… La gente reía, se abrazaba, charlaba y fundamentalmente se chocaba y se caía. Eras muy maricón para estas cosas… te sacaban del fútbol o del tenis y eras un cero para los demás deportes. Muy espástico.

Cuando localizaste a Paula… te mandaste. No supiste ni como te pusiste en movimiento, pero en definitiva, avanzabas. Con torpeza, de más esta decir, hasta que sin saber cómo terminaste con el culo en el piso.

Escuchaste la risa descontrolada de ella a un metro tuyo y refunfuñaste mientras te levantabas. Ella se acomodó un mechón de pelo y se acercó preocupada a ver cómo te encontrabas. Una vez incorporado, reíste vos también.

- Ahora que te cagaste de risa de mí, vas a tener que ayudarme con esto – y ella parecía tener la sonrisa tatuada – Enseñame.

- Perdón, fue muy gracioso… Vení que te ayudo – y te extendió su mano, envuelta en un guante rosa.

Te abalanzaste en su dirección pero no para tomarle la mano; en su lugar, la abrazaste de atrás, impactando suavemente sobre su espalda.

- ¿Qué hacés? – te preguntó, sin oponer ningún tipo de resistencia – Te estás pasando de vivo.

- El cuerpo tiene memoria y ahora por el golpe no puedo soltarme a patinar así como así – inventaste en el momento.

- ¿Y hace falta estar apoyándome?

- Si querés, me pongo de frente – y la diste vuelta tomándola de la cintura. Tus ojos brillaban y los verdes de ella también. No podías sacar tu vista de su boca.

- Me gusta la vista – sentenció mientras rodeaba tu cuello con sus brazos y no despegaba su mirada de vos.

Las palabras estaban completamente de más y de repente, no pudiste ver más que a Paula. Cada vez estaban más cerca y sentías que tu corazón latía más y más fuerte, ansiando el momento en que tus labios se chocaran con los suyos. Y cuando no quedaban más que dos centímetros de distancia, impactaste sobre su boca con dulzura y con pasión.

(Fin Flashback)





“Chuequita hermosa” redactaste rápidamente y lo enviaste, antes de tomar el primer taxi que paró a tu señal.

Presentías que hoy iba a ser un buen día.

1 comentario:

  1. Clapclapclap fue genial como se incorporo lo de la "chuequera" estalle!

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