sábado, 17 de diciembre de 2011

Capítulo 7.

Habías leído el mail al menos tres veces. Lo habías repetido en tu mente como cinco. Pedro Alfonso te desconcertaba.

El cambio de su tono para escribirte había cambiado abismalmente en un par de mails que se habían mandado ¿estabas frente a una persona bipolar?

Había usado una mezcla de sutileza con histeriqueo que te dejo pensativa. Las palabras del mensaje comenzaron a reproducirse en su mente y no tenías la menor idea de como apagarlas.

Intentaste poner la mente en blanco pero no lo lograste. Tomaste la notebook de la cama y entraste en facebook. Quizás, revisar la vida de los demás te distraería de la tuya.

Pero pronto te encontraste buscando "Pedro Alfonso" en el buscador y miles de resultados aparecieron en pantalla. Cerraste la tapa ofuscada; nombre más común no podía tener.

Miraste el reloj y eran las cuatro de la tarde. Zaira se había ido a encontrarse con su hermana y no tenías la menor idea de a qué hora volvía. Tomaste las llaves de tu auto y saliste del departamento, después de pasar por el baño para arreglarte.

Si tanto le gustaba que le escribas, Pedro Alfonso iba a tener que esperar.

Pasaste por la estación de servicio y luego emprendiste camino hacia Olivos. Hacía un montón que no pasabas tiempo con tu mamá. Prendiste la radio mientras esperabas que cambie el semáforo y comenzó a sonar Montaner.

Sonreíste impulsivamente. Te hacía acordar tanto a ese invierno en Nueva York.



(Flashback)

Iban de la mano y vos comías un pretzel. Te pidió que le convidaras y se lo acercaste, pero antes de que pueda morderlo, lo alejaste riendo. El se mordió el labio y vos depositaste un beso en su mejilla.

- Me congelo - anunciaste, a propósito para que te abrazara, mientras le entregabas el alimento. No tenías tanto frío.

- ¿Así está un poco mejor? - te preguntó dulcemente mirandote a los ojos. Vos asentiste satisfecha. Miraste el cielo e hiciste una mueca, estaba nublado y en cualquier momento comenzaría a nevar. Adivinando tus pensamientos se rascó nerviosamente la sien. Estaba dubitativo.

- ¿Qué estás pensando? - preguntaste ansiosa.

- A vos no se te escapa nada ¿no? - te dijo con una media sonrisa casi afirmándolo.

- Soy muy perceptiva, pero además extremadamente ansiosa así que ¡decime! Me lo merezco, te comparti mi pretzel - lo apuraste y el carcajeó.

- Bueno, que conste que vos insististe... En cualquier momento se larga a nevar, ¿no querés ir a refugiarte a algún lado con techo? Estamos en el medio de la calle.

- ¿Algún lugar como? Está lleno de negocios acá donde podemos resguardarnos- contestaste haciéndote la tonta. Sabías donde quería llegar, pero querías ver como hacía para invitarte. Notaste como se ponía nervioso.

- En realidad, pensaba invitarte a mi casa- dijo tímidamente. Te moriste de ternura - bah, a mi departamento. No es muy grande pero tengo calefacción...

- La propuesta es tentadora... Creo que ya perdí parte de mis extremidades. Pero todavía puedo salvar las manos....- y sonreíste. El aliviado, te imitó - además si fueras un asesino serial ya me hubieras matado.

- ¿Pensás que puedo matarte? Se me ocurren algunas maneras...- y vos le pegaste en el hombro en forma de queja luego de gritar su nombre.

- Hace una semana de que nos conocemos, así que me voy a arriesgar. Me encantan los desafíos- "y más me gustas vos" pensaste para tus adentros - y alguna locura tengo que hacer. Sino no serían verdaderas vacaciones.

- Ah, ¿Sos muy loquita vos? - te pregunto mientras te abrazaba.

- Muy- dijiste orgullosa y ambos rieron.

Llegaron al departamento y él te invito a pasar. Curiosa, comenzaste a observar con detalle todo lo que había. No querías que se te escape nada.

Contaste tres computadoras, equipos de filmación, parlantes, una colección enorme de cds y un par de cuadros con fotos. Los miraste de reojo y había una de un nene rubión que asumiste que era tu "amigo" y otras con amigos y familia.

Por lo demás, estaba casi vacío.

- Esto parece un bunker de seguridad- le dijiste bromeando y él te sonrió. Lo viste prender la macbook y buscar algo - ¿qué hacés?

- Pará ansiosa - te dijo riendo - busco una radio online que pasa música en español...

- Ah...- te sentaste en el sillón del pequeño living, luego de pedir permiso para ello. La música comenzó a sonar.

- No me tenés que pedir permiso para cada cosa que hagas tonta- te dijo dulcemente.

- Así que además de ser ansiosa, desconfiada, soy tonta también - reflexionaste graciosa y él sonrió. Cada vez te gustaba más esa sonrisa - el combo perfecto.

- Qué forma de dar vuelta las cosas como querés... Me encantás así igual, imperfecta.

- Al menos me dijiste algo lindo - dijiste sonriendo, nerviosa - A mi también me gustás así, como sos.

- ¿Y cómo soy?- te pregunto mientras se acercaba a vos. Te removiste en el sillón.

- En este momento, un mal anfitrión. Hace quince minutos que estoy en tu casa, y todavía no me ofreciste nada.

El carcajeó y vos te contagiaste.

- Bien jugado...- te dijo aun con una sonrisa y se dirigió a la pequeña cocina. Mientras buscaba, te acomodaste en el sillón, más tranquila- ¿Un chocolate te va?

- Te lo acepto de cortesía- lo jodiste.

- Ay de cortesía, de cortesía- te respondió burlándote y vos te mordiste el labio. Volvió al living y cuando extendiste tu mano para aceptar el chocolate te tomo de la mano y te levantó.

Te abrazó y revoleó el chocolate al sofá. Vos te dejaste.

- Me encanta esta canción…- te susurró al oído - Baila conmigo - y te hizo un puchero.

- ¿Te gusta Montaner? ¿En serio? - le preguntaste muerta de amor. Ni te gustaba, pero que él lo escuchara te parecía... Tierno. El te tomo firmemente por la cintura

- "Y estoy aquí, tan enamorado de ti, que la noche dura un poco más" - y sentiste como cada partícula de tu cuerpo se emocionaba. Te estaba cantando de una manera tan dulce. Aunque no afinaba ni de casualidad, te derretiste. Lo abrazaste más fuerte.

(Fin flashback)




No podías acordarte como se llamaba.

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