lunes, 26 de diciembre de 2011

Capítulo 22.

Agarraste el tarro del capuchino instantáneo de Cabrales y depositaste en dos tazas las 2 cucharadas soperas correspondientes para su preparación.

Tenías granos de café colombiano pero te daba mucha fiaca prepararlo. Por eso y porque quizás, eras pésima en la cocina.

Eliminemos el quizás, lo eras.

Gonzalo te esperaba en la sala y no sabías que más inventar para dilatar el tema en cuestión. Una vez preparados los dos cafés, volviste al living y depositaste la bandeja donde los habías colocado en la mesa de roble con exagerada lentitud.

- Paula, basta. Desde que llegué que no parás de hacer cosas o inventarte algunas para no sentarte a charlar conmigo - hiciste una mueca a modo de disculpa y casi haciéndote la inocente; tu hermano continuó algo irritado - No entiendo para que me llamas para hablar, si terminas dando vueltas y vueltas.

- Está bien, tenés razón en molestarte... Estoy insoportable - reconociste. Ni vos te aguantabas con ese grado de ciclotimia - Voy a sincerarme... No puedo creer ser la última en enterarse ¡Que vos no me hayas dicho nada!

- Te recuerdo, que vos explícitamente me pediste que no te nombre a papá ni nada relacionado con él.

- ¡Igual Gonzalo! Esto no es una pavada, mínimo tenías que avisarme - y él revoleó los ojos, vos lo ignoraste para continuar con tu descargo - Y ya que sabés tanto ¿por qué no me llamó por teléfono para invitarme?

- Estas intratable pendeja - dijo molesto y vos lo fulminaste con la mirada. Odiabas que te diga así cuando eras 3 años más grande que él - Que se yo por qué no te llamó, ¡deja de ponerme en el medio y ser tan cagona y averiguá!

Te helaste en el instante que tus oídos escucharon sus palabras. La verdad de tu hermano te cayó como un baldazo de agua fría y poco a poco tus ojos se bañaron en lágrimas en consecuencia. Estaba tan acertado que te descolocaba.

- Perdoname Pochi, se que esto es difícil para vos - murmuró arrepentido tomándote la mano derecha, sacándola de tu regazo. Te dejaste - Pero imaginate lo que es para mí...

- Lo sé... Aunque me duela, tengo que aceptar que las cosas no van a ser como quiero - y las lágrimas involuntariamente resbalaban por tus mejillas. Eras incapaz de contenerlas más tiempo - Estuve enojada y decepcionada tanto tiempo que terminé consumiéndome... Estoy lista para hablar e intentar reconstruir lo que perdimos con papá. Hay cosas que no voy a entender nunca, pero voy a poner lo mejor de mi porque me lo debo a mi misma...

- Y es lo más inteligente y sano que podés hacer... No podés mantener ese enojo por tanto tiempo - vos asentiste, secando con las palmas de tu única mano libre tus pómulos.

- Supongo que voy a ir al compromiso... Y con la buena suerte que tengo me lo voy a cruzar a Ezequiel ni bien empiece el evento - comentaste preocupada y Gonzalo apretó tu mano. Exhalaste entrecortadamente.

- Yo puedo tratar de mantenerlo lo más lejos posible... En serio – propuso tu hermano y vos moviste tu cabeza lado a lado negativamente - Capaz ni se aparece, creo que tiene un evento de los aviones o algo de eso.

- Es el compromiso de Claudia ¿crees que se lo va a perder? – él hizo una mueca y vos levantaste las cejas, remarcando la obviedad - Y menos sabiendo que estoy invitada... Va a ser inevitable el encuentro. Solo espero que sea lo menos tortuoso posible - reflexionaste dando un suspiro final. Enfrentar a tu papá involucraba tantas cosas... La cola que traía adjunta el verlo era muy larga - Hey Gonza... ¿Podemos llevar acompañante no? - preguntaste intentando sonar desinteresada mientras le dabas otro giro a la conversación.

- Obvio... ¿A quien querés llevar? ¿Zaira? - inquirió repentinamente interesado y vos no pudiste evitar carcajear al ver el cambio notorio en sus facciones - ¡Ya sé! – y elevó el tono de su voz, emocionado por lo que el creía que era su descubrimiento - ¡Querés llevar al yanqui!

- Pedro se llama - corregiste rápidamente y tu hermano enarcó las cejas. Vos te mordiste el labio (definitivamente, algo tenías que hacer respecto a ese hábito), te habías delatado - Y no es yanqui, sabés que no me gusta el hombre extranjero... Es de acá, de zona sur si no me equivoco.

- Me imagino que no lo vas a llevar de damo de compañía... Y no me digas que no era él a quien querías invitar – y no, para que negarlo; te habías autodelatado. Escuchaste atentamente - ¿Qué onda?

- Al final sos más chusma que una mina... – y te sonrió orgulloso, porque había acertado en sus suposiciones - Si viene, lo llevaré en calidad de "nos estamos conociendo".

- Sos una versera, ¡si ya se conocen! - y le tiraste un almohadón. Él había estado el día del cumpleaños de Zaira, cuando ustedes nombraron al pasar su experiencia juntos de Nueva York.

- Es una forma de decir Gonzalooooooo – dijiste con molestia – Dejame ser – sentenciaste con una sonrisa y él tentado, casi escupe de la risa. Vos no podías evitar contagiarte.

El sonido de la puerta los interrumpió y ambos giraron la cabeza al ver a Zaira traspasar el umbral. Cabizbaja y casi en murmullos los saludo mientras se dirigía con gran velocidad a su habitación. Te levantaste extrañada y la seguiste.
Entraste a su habitación olvidandote de pedir permiso pero a ella no le molestó. No estaba llorando, pero la veías bastante… ofuscada.

- ¿Estás bien Zai? – preguntaste suavemente.

- Si –afirmó mientras dejaba su cartera sobre el acolchado blanco de su cama. Se dio vuelta para continuar – tuve un día medio complicado Pochi… Nada grave. Me saco este malhumor y voy con vos y Gonza. Andá mientras – y vos asentiste, poco segura.

Enfilaste hacia el pasillo pero te detuviste cuando llegaste a la mitad del mismo. Zaira estaba rara… Espiaste desde allí y la viste presionar las teclas rápidamente de su BlackBerry para luego tirarlo sobre la cama.

Seguiste el camino hacia el living, pensativa. Te estabas perdiendo de algo.

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