Verte correr con plumero en mano por todo el departamento era una escena digna de fotografiar. Desde el sofá, Zaira reía sin respiro desde hacía minutos al no poder contenerse ante tal imagen. Pronto serían las nueve de la noche, horario en el que la morocha había citado a sus invitados el día anterior para festejar su cumpleaños número 23, y aún la cuarta parte de la casa estaba en un estado que casi no merecía ser descripto en palabras. Sus risas resonaban en las paredes del living, pero cesaron inmediatamente al recibir un almohadonazo de parte tuya, su mejor amiga.
- ¡Hey! – exclamó Zaira a modo de queja, pero aún tan divertida como hacia minutos atrás.
- ¿En vez de reírte podrías ayudarme un poco no? – y las malditas risas estallaron nuevamente - ¡Basta! – y ahora vos te contagiabas también. Te dejaste caer al lado de Zaira y revoleaste el plumero lejos de ustedes.
- No seas tan perfeccionista Pochi, ya fue. Es demasiado irreal que este tan ordenado… – dijo con una sonrisa y añadió – Además, no creo que a los chicos les importe mucho. Ya me conocen…
- ¡No podes ser tan despelotada Zaira! Pero no me interesan los chicos, ya están curados de espanto con vos. Igual me podrías haber avisado el estado en el que estaba el departamento, hubiera venido antes para ordenar–y la morocha carcajeó – En realidad, quiero que este todo impecable porque viene una sorpresa…
-¿Quién viene? ¡No me habías dicho nada!
-Justamente, porque la idea es que te sorprendas…
- ¡Timbre! – exclamó con entusiasmo tu mejor amiga y vos te levantaste corriendo para ir a mirarte al espejo del pasillo. No sabías por qué tanta ansiedad y emoción te daba estar a minutos de conocer a Peter. Ni bien se abrió la puerta, Flor (y tras de ella un grupo de aprox. 7 personas, entre ellas tu hermano) se lanzó sobre la morocha para saludarla, luego de que abriera la puerta, y vos intentaste disimular tu decepción al ver que los recién llegados no eran quien vos esperabas.
- Simpática te dicen a vos eh… - le reprochó burlón Gonzalo, y vos le sacaste la lengua a modo de contestación. Los presentes rieron y él se hizo el enojado.
- Perdoname Goni Gon – dijiste con dulzura y le tomaste los cachetes a tu hermano para apretartelos– es que estoy ansiosa porque hoy viene una sorpresita especial.
- Apa, viene con misterio la cosa – dijo divertido y se dio vuelta para dirigirse a la cumpleañera- yo que vos, tendría a mano los teléfonos de emergencias – y mientras reían vos le pegaste en el hombro a modo de protesta.
- Ni se imagina lo que es – le contestaste orgullosa.
Intercambiaste miradas cómplices con Gonza y tu amiga refunfuño. Rápidamente los invitados pasaron al living y las charlas se dispararon. Flor te abrazó para saludarte y le preguntaste por Uschi; amabas a esa nena.
Mientras mirabas como se acomodaban tus amigos, suspiraste. Simular que no estabas tan emocionada por la pronta llegada de Pedro te estaba costando horrores. Fuiste a la cocina con la excusa de tener que buscar más hielo, pero en realidad, era para que no te vean en ese estado ¿Tan nerviosa podía ponerte la llegada de alguien que apenas conocías? ¿O en realidad, estabas nerviosa por como podría caerle la sorpresa a Zaira?
Estabas tardando demasiado y tu ausencia pronto iba a notarse. Volviste esbozando una sonrisa y te ubicaste cerca de Flor, mientras entablabas una conversación con tu mejor amigo Fabri, recién llegado de Miami.
Se reían mientras intercambiaban anécdotas de la anterior noche y luego se unieron al grupo más grande donde estaba tu hermano, contando las últimas.
La ausencia de Pedro te inquietaba y comenzaste a preguntarte si iba a cumplir su palabra y venir. Lo habías citado hacía media hora y todavía no había llegado. Quizás le gustaba hacerse el interesante o tal vez, se había arrepentido. Sabías lo difícil que era para él apersonarse en la fiesta… pero te morías de ganas de que lo hiciera.
El último mail de Pedro te había descolocado: “Pasame la dirección del departamento. La voy a necesitar para darle un beso y un abrazo a la cumpleañera….y a la otra dueña de casa también”. No te esperabas para nada que hubiera decidido venir en serio y menos que te confiese en una post data que se moría de ganas de verte… No sabías que tanto valor tenía, teniendo en cuenta que no se conocían personalmente y que estaba escrito en uno de los medios más impersonales que por decir de alguna manera hay, pero esas pocas palabras te bastaban para sonreír como una estúpida desde el día que leíste su mensaje.
No lograste concentrarse para escuchar el final de lo que contaba Gonza, pero te reíste para no quedar desentonada con las fuertes carcajadas de los demás.
De repente, la aguda melodía con la que sonaba el timbre sonó nuevamente y Zaira corrió rápidamente hacia la puerta de entrada. Tu mente se puso en blanco y desconociste la desequilibrada postura que estabas tomando. Sumamente nerviosa, te acomodaste a un lado del sofá, cerca de Fabri, y no quitaste los ojos de la puerta de entrada mientras esperabas que de una vez, se abriera la puerta.
Cuando el recién llegado y la morocha quedaron enfrentados en el umbral de la puerta, mágicamente se hizo un silencio absoluto en todo el departamento. Acto seguido, Zaira se tiró a los brazos del muchacho tras pronunciar un “no lo puedo creer, Pepe” y vos luchaste para obtener un primer plano de aquel extraño no tan extraño. Ella le sacudió el pelo al castaño y él carcajeó ante tal acción.
Se acercó lentamente al centro de la reunión (con Zaira colgada de sus hombros) mientras la mayoría de los que estaban en la sala, sorprendidos, lo saludaban entusiasmadamente. Vos, inmóvil, lo miraste con curiosidad intentando descifrar de dónde venía esa familiaridad que te producía Pedro físicamente hablando, más allá de los mails.
Él, al fin, volteó hacia vos y se paró en seco. Sentiste como tus mejillas se sonrojaban a niveles precipitados pero aun así no apartaste tu vista de sus ojos ¿De dónde lo conocías?
- ¡Vos! – exclamó.
Y a medida que una sincera sonrisa (y compradora, muy) comenzó a plasmarse en el rostro del castaño, lograste identificar a tu interlocutor. Y tu mente, algo aturdida por la sorpresa, te trasladó al pasado, musicalizando tus recuerdos al ritmo de “New York, New York”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario