miércoles, 29 de febrero de 2012

Capítulo 47.

Un minuto de silencio y jamás se habían cruzado tantas palabras por tu mente.

- ¿Esto es porque le dije a Pedro que venga a cuidarte? – inquirió seria dejando olvidado el mutismo, pero aún manteniendo la calma. Hiciste una mueca al oír su nombre – Pensé que les hacía un favor, en serio Pau.

Piña voladora a Zai.

- ¿Y a vos que te parece? – y a Zaira claramente le molestó tu tono pero vos continuaste con tu descargo algo atolondrada – Me parece que te estás excediendo un poco.

- No hice nada malo Pau, intenté ayudar a dos amigos nada más – y refunfuñaste molesta y que Zaira sea tan dulce con las palabras te hacía enojar más. Ella te miró desde esa corta distancia que las separaba, dolida por tu planteo.

- Es que eso es lo que está mal Zai, ayudar no significa organizarle la vida al otro – explicaste y tu amiga revoleó los ojos, claramente no conforme con tus palabras. Tamborileaste tus dedos sobre tu regazo y volviste a mirarla.

- No le organice la vida de nadie Pau, solo los acerqué para que resuelvan sus problemas – y ahí estaba, ¡lo admitía! Se había metido a jugar de cupido y organizarles encuentros, que habían terminado siempre… en catástrofes emocionales, para ambos dos – Me mata verlos tan mal separados y que solo por caprichosos no se junten a hablar…

Y llamarte caprichosa en ese momento no era una buena idea.

- ¡Es que justamente no tenés derecho a decidir eso por nosotros! – exclamaste irritada.

- Si que lo tengo, por bancarte deprimida a vos por él y viceversa - y tenía razón pero eso no era justificación suficiente - vos no sabés como estaba Pedro...

¿Y vos cómo estabas?

- Bueno si tanto te molesta, no me banques más – dijiste haciendo gala del adjetivo con el que te había descripto minutos atrás. La castaña negó con la cabeza.

- ¡No des vuelta lo que te digo! No entiendo por qué das tantas vueltas para ser feliz – y que tu mejor amiga fuera capaz de hacerte un knock down con una frase que te descifró en menos de dos minutos te desarmaba. Por completo.

Y sus palabras te pesaron por dentro, rasgando tu ser y lo muy poco de autocrítica (y autoestima) que habías recuperado después de lo vivido horas antes en ese mismo ambiente.

Suspiraste.


(Flashback)


Molesta (molestísima) por la cargada de Pedro hacia la leve inclinación de tu pie izquierdo que ni se notaba giraste la flecha del tablero con fervor y con más ganas de ganar que nunca. Pie izquierdo, azul.

Ubicaste tu pie en uno de los círculos situados en el medio, del color correspondiente, con seguridad, mientras Pedro tomaba la ruleta para comenzar a jugar también. Pie derecho, azul.

Apoyo el cartón en la “toalla” e hizo el movimiento que le correspondía según la ruleta, ubicando su pie al lado del círculo donde reposaba el tuyo.

Varias giradas de flecha y minutos después te preguntabas si tus muñecas aguantarían mucho tiempo más en esa posición. Panza arriba (y a vos sola se te ocurría complicártela tanto) y con la cintura rotada hacia la derecha, tenías la leve impresión de que este juego era algo contra lo que no ibas a poder.

Inconquistable (al menos en esa situación corporal en la que te encontrabas).

A pesar de haber intentado despistar a Pedro durante varios movimientos, sacando la mujer fatal que vos no creías ni en pedo que eras, él no perdía la cordura ni la tranquilidad que lo caracterizaba. Cosa que te exasperaba aún más si era posible.

Besaste su brazo, para distraerlo y poder estirar la pierna que se te estaba acalambrando, y Peter frunció el ceño con una expresión sospechosa. "¿Qué?" dijiste inocentemente y él giró la flecha una vez más, pasando por alto tu pregunta pero con una sonrisa dibujada en sus labios.

- Mano izquierda, amarillo - anunció y no entendiste su risita silenciosa hasta que corporeizó lo que indicaba la flecha.

Las ubicaciones, retorcidamente, eran las siguientes: tu mano derecha e izquierda en la misma fila de verdes, tu pie izquierdo en el azul y el derecho en el amarillo (boca arriba, por si ya nos mareamos); Pedro: mano derecha en el verde (al lado de tu derecha), la izquierda en frente a tu izquierda en uno amarillo, el pie izquierdo en uno del mismo color y el derecho en uno azul.

En resumidas cuentas, él a unos pocos centímetros de tu cuerpo y encima tuyo, casi rozándote. Tus nervios, a flor de piel.

- Linda vista - susurró mientras su aliento chocaba contra tu boca y no tenías la capacidad para respirar ni el amor propio para tratar de acercarte más al piso aunque eso significara dar por perdidas las muñecas. Y de repente se encontraba besando la comisura de tus labios, descaradamente y con una suavidad única, que termino de descolocarte por completo.

- Pedro - te quejaste cuando las cuerdas vocales recuperaron su razón de ser y lo miraste a los ojos, que brillosos te sonreían - No valen estas cosas… te aprovechás que estoy inmóvil para hacerme perder.

- No parecés muy molesta - soltó con una media sonrisa y revoleaste los ojos mientras tomabas el tablero con la mano izquierda y girabas como podías la flecha.

- Mano izquierda, rojo - refunfuñaste y la re puta madre, porque el rojo estaba en la otra punta y vos apenas podías moverte. Sin despegar tu mirada de la de él, hiciste el esfuerzo de estirarte hasta el rojo, desequilibrándote por completo pero antes de caer tomaste a Pedro por la remera, logrando que él caiga a tu lado también.

Y después del ruido sordo, risas. Y carcajadas y un Pedro que te acariciaba la mejilla, haciéndote olvidar de todo. Podía derrumbarse el edificio de al lado que claramente no iba a importarte y eso te hacía sentir más vulnerable que nunca. Sonreíste al tiempo que te susurro "tramposa" y tocaste su nariz con tu dedo índice. Él cerró los ojos.

- Aprendí del mejor - y Pedro recostó su cabeza sobre el piso, mientras acariciabas tus muñecas, aún resentidas por la fuerza que hiciste en sostener tu propio peso - Y no me olvido del beso que me robaste para desconcentrarme... Me pichicateaste todo el juego Pedro.

- Reconoce que sos malísima jugando al Twister Pau - y resoplaste irónica.

- Basta, tengo extremidades muy largas que son difíciles de controlar... Vos no entendés - y él carcajeó rascando su sien.

- Voy a reclamar mi premio - murmuró y se despidió con un sentido beso en tu mejilla derecha, dejándote totalmente desencajada, antes de desaparecer por el pasillo y entrar a ducharse.

Te dedicaste a doblar el panel por mitades mientras tu mente no paraba de reproducir una y otra vez los momentos vividos. Y volvías al teg y a esas indirectas tan directas, a la sinceridad en el “verdad consecuencia”. A los suspiros robados.

Tomaste la caja del juego y mientras acomodabas la ruleta sobre el panel de círculos llegaste a la reflexión de que el Twister no era más que otro juego de conquistas. De apoderarse de espacios, de ver quien aguantaba más. De ir hasta el límite.

El Teg no era muy diferente de eso, porque las estrategias que utilizaba también estaban presentes en el Twister (a otro nivel). El beso era una estrategia, las indirectas también.

En realidad, todo tenía que ver con la conquista. Y la conquista se trataba de limar las diferencias inquebrantables, delimitar extremos, romper barreras. Derribar muros.

Suspiraste mientras tapabas el juego y volvías a guardarlo en el armario, acomodándolo entre las demás cajas.

El ruido de tu reloj pulsera te distrajo, obligándote a mirar la hora. Eran las ocho de la noche y deberías haber tomado el remedio hacía 45 minutos. Puteaste internamente y lo exteriorizaste al recordar que el mismo se encontraba en el baño, donde se estaba bañando Peter. Genial.

Tocaste la puerta, con impaciencia, mientras el sonido del agua corriendo del otro lado endulzaba tus oídos.

- Pedro, me olvide el remedio adentro y tengo que tomarlo - dijiste por el espacio entreabierto de la puerta y entraste tapándote los ojos con la mano derecha al escuchar su permiso para que pases, entre los goteos de la ducha.

No alcanzaste ni a agarrar el envase (ubicado en la esquina del lavabo) que sentiste como tironeaba de tu mano y te metía adentro de la ducha con él. Te aprisionó contra la pared, sin posibilidad de escapatoria, y lo único que atinaste a hacer fue mirarlo a los ojos. Y te perdiste.

- Ahorremos agua - susurró y sin dejarte pensar si quiera que contestar impactó sobre tus labios con violencia, con necesidad.

Involuntariamente (o lo contrario, no tenés idea) tu mano derecha atrapó su nuca, acercándolo más, mientras las gotas te empapaban por completo y te ahogabas en ese beso.

Sentiste como tu remera poco a poco se pegaba a tu cuerpo y tus dedos juguetearon con los mechones de su pelo mientras sus manos recorrían cada centímetro de piel descubierta en tu espalda.

Y no podías pensar en nada más que en sus besos.

Y cuando el aire en tus pulmones y los de él era prácticamente nulo y respirar era casi una devoción, se separaron. Y cuando pudiste reconectar tu mente con el sentido común, caíste en la realidad.

Pedro se acerco nuevamente a los pocos segundos, posicionando estratégicamente sus manos sobre tu cintura y comenzando a recorrer tu cuello con sus besos mientras con delicadeza comenzaba levantar los bordes de tu remera.

- Pedro, pará - dijiste con voz temblorosa. Él no pareció escucharte - Pedro....- y sentiste como con sus yemas enrollaba lentamente la tela hacia arriba - ¡Basta! - dijiste con decisión y Peter se paró en seco, pero manteniendo la proximidad. Saliste de la ducha, toda mojada y temblorosa, por el frescor del agua.

- Pau - te llamó una vez que cerró la canilla y envolvió su cuerpo con una toalla. Lo miraste desde el umbral de la puerta y él, permaneció impasible.

- Así no - murmuraste y estabas mojando todo el piso de madera y no te importaba - Así no quiero.

- ¿Qué pasó? No entiendo - dijo mientras despeinaba la cabeza y clavaba sus ojos sobre los tuyos. Desviaste un segundo la mirada, ofuscada - ¿Qué hice mal?

- Que tenemos que hablar Pedro, no puedo hacer como si nada - contestaste mientras contenías un puchero y él suspiraba. No podías creer que no entendiera algo tan lógico.

- ¿Y justo ahora querés hablar? - y tu cara transitaba de la incredulidad al odio - Podríamos haber hablado en otro momento.

¿Otro momento?

- ¿Vos me estás viendo bien Pedro? ¿Te das cuenta que estás hablando conmigo y no con una mina que conocés hace dos días? - gritaste, perdiendo la sutileza y Peter, pasmado, intento refutar con balbuceos que quedaron tapados por el volumen de tu voz - ¿A vos te parece que después de 1 mes sin hablar ni por mensaje de texto vamos a volver a estar juntos como si nada hubiera pasado?

- Para un minuto Paula, no grites - respondió Pedro con impaciencia mientras revoleabas tus ojos, brillosos, por la cantidad de agua que estaba acumulándose en ellos - No es que no quiero hablar... Es que no me pareció el momento.

- Parece que el momento no llega nunca para vos - dijiste, filosamente y limpiando las lágrimas que se deslizaban por tus mejillas. Pedro negó con la cabeza - Dos días estuvimos conviviendo y no escuche ni un perdón.

La discusión se había trasladado al pasillo y con cada paso que Pedro efectuaba, vos te ibas más para atrás. Tus lágrimas se fundían con las gotas que largaban tu short y tu remera y él desencajado, contenía unos pucheros inútilmente.

- Estás tan a la defensiva, que no puedo decirte nada sin que me alejes Pau – y mordiste tu labio mientras negabas con la cabeza mirando hacia un costado. Peter aprovechó para acercarse y vos te corriste. Resopló con desaprobación – Además, vos también pasaste un mes sin decirme nada… no entiendo con qué cara reclamás.

- ¡Con la que tuve que poner en la fiesta cuando me dejaste sola! La misma con la que tuve que explicarle a todo el mundo que te habías ido – y Pedro hizo una mueca – la misma con la que a pesar de todo te hablé en el aeropuerto… No me hagas un ofendido – dijiste clavándole los ojos y aunque tuviera razón de que fuiste participante del vacío, no era la manera - No me lo merezco.

- Yo tampoco merezco que me responsabilices de todo – soltó dolido pero su expresión se suavizó al oírte hipar –Pau... - murmuró avergonzado, sabiendo que tu planteo era absolutamente válido pero totalmente desorientado sobre como revertir esa situación que claramente se les había ido de las manos a los dos. Moría por exteriorizar todo lo que pensaba, moría por abrazarte y decirte que todo iba a estar bien pero esta no era la manera evidentemente, porque te lastimaba. Porque se lastimaban. Porque al dejarse nublar por sus propios sentimientos, se dejo ser egoísta por un minuto. Tragó lentamente, sin poder continuar la oración.

- Sos un tarado Pedro – fue lo único que lograste modular y no soportarías oír una respuesta con el mismo contenido. Igual te lo pronunciaste a vos misma (“tarada”) – Por favor, andá.

- Pau…

- Estamos muy nerviosos… - y te permitiste respirar - así no vamos a llegar a ningún lado – y verlo asentir provocó que exhalaras una cantidad de aire considerable por la tranquilidad que te proporcionaba que se hayan puesto de acuerdo, al menos en eso – No quiero pelear.

- Está bien - moduló Pedro mientras te observaba desde su lugar y frotaba su sien consecutivamente. Balanceaste la cabeza, condiciéndote con lo recién dicho y te volviste al pasillo para dirigirte a tu habitación – ¡Pau! – exclamó y te diste vuelta antes de llegar a la puerta – Perdoname.

Y lo dijo tan sincero, tan dolido, tan real que no pudiste evitar asentir, porque vos también lo necesitabas. Y te tiraste en el sommier, para dejarte llorar libremente y darte cuenta que no habías conquistado nada. Ni a Pedro.


(Fin flashback)



Pasmada, pero nunca cohibida, dejaste que las palabras resonaran en tu cabeza una y otra vez hasta que no dolieran más, mientras dejabas de estar enfrentada con ella para enderezarte en el sofá y mirar al frente. Y tomar aire (y valor) y continuar.


- No doy vuelta las cosas, hago eco de lo que vos decís y hacés – y Zaira ahogó una risa irónica y jamás la habías oído hacer eso - Estás encaprichada en que estemos juntos con Pedro y ni parás a pensar un minuto. Ni siquiera me preguntaste si me molestaba que Pedro se quedara a vivir unos días acá o si quería que me cuidara – Touché.

- Estás diciendo cualquier cosa Pau… Yo no tengo nada que ver con que no quieras reconocer que Pedro es lo mejor para vos – y otra vez lo hacía y volvía a decirte esas cosas desequilibrantes.

- No digo cualquier cosa – refutaste indignada pero ya sin tener muy claro cual era el eje de discusión - Sos vos la que lo hace, ¡no ves que no podés separar! – acusaste gesticulando demasiado con las manos y Zaira acomodó su cabello hacia un costado.

- ¿Yo no sé separar las cosas? ¿Y vos? - y sentiste sus palabras demasiado punzantes -Vos me culpás a mí porque es más fácil que reconocer que las cosas no te salen como a vos te gusta… - y la verdad te cayó muy mal.

- No te culpo de lo que pasa con Pedro pero jugás a la celestina y las cosas no pueden forzarse Zaira… - murmuraste con impaciencia. Y ella sólo resopló.

- Sos tan insoportable cuando te ponés en orgullosa – y te giraste para mirarla de inmediato al escuchar esa frase, ofendidísima - Está bien Pau, tenés razón – finalizó y se levantó, para tomar su valija y dirigirse hacía su habitación, dejándote con la boca abierta y sin posibilidad de dar un contra-argumento lo suficientemente consistente.

- ¡Estás intratable Zaira! – soltaste sólo por decir algo y te cruzaste de brazos. Y se suponía que después de un par de reproches y de aclarar las cosas ibas a desahogarte con la castaña y analizar cada una de las palabras y situaciones que vivieron con Pedro esa tarde. Pero estabas sola, en el living, sin el mate, con lluvia y sin amiga.

Y con el ánimo por el subsuelo.

Y de repente, caíste en la cuenta de que esa aliada incondicional que te sostenía (aunque a veces no te dieras cuenta) con tres frases acababa de darte vuelta por completo esa percepción de la realidad que tenías y había logrado hacerte ver que aquello en lo que creías, quizás estaba algo erróneo. Y se había ido, dejándote sola con tu maquine como escarmiento.

Suspiraste, larga y tendidamente, mientras te recostabas sobre el sofá. Esa noche, tu mente no te iba a dar descanso.







No me alcanzan las gracias para ustedes dos @mar_pch @truelovepp son GENIALIDAD. Grazie por todo ♥ Quierolas montones! (:

3 comentarios:

  1. sos genialll! escribiendo y si las genias a las q agradeces te ayudan! son lo mas las tressss!!! ..segui subiendo q me pongo intratable si no te leooooooO!!! jejeje! gracias totaless!!!

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  2. aaaaaiiiii nooo , no me dejes asi!!!! la agarre hace 2 dias a la nove y ya me la lei ahora q no tngo la "resolusion" me pongo nerviosa!!Subi xfavor!!

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  3. Ayyy, mas por favor! Simplemente sos una genia!

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