Un suspiro (en realidad, varios). Un mensaje con palabras desafiantes que producía un pegoteo ambiguo entre sentimientos encontrados. Un Pedro indescifrable.
Tus labios, indecisos, pasaban una y otra vez de sonrisa a mordida de labio.
La secuencia se repetía, mientras estabas en slow pero lo suficientemente lúcida como para de vez en cuando releer el mensaje. Texto que era de esos que te dejaban en pausa y con ganas de apostar más fuerte.
Porque si él apostaba 100, vos 200. Y es que así eras de caprichosa a veces (y de orgullosa).
Escribiste un par de palabras que borraste al segundo de haber escrito; estabas hecha una inconformista de tus propias palabras.
¿Es que nada iba a satisfacerte?
Querías ser sexy, histérica, pero en las medidas exactas. Querías generar un efecto y estabas pensando que quizás nada de lo que enviaras te convencería por completo (más en estos momentos de coqueteo y de ver quién tira más, donde la perfección por lejos es imperceptible).
Hiciste una mueca, pensativa. Y dejaste que el impulso fluya y se apodere del control de tus dedos, que rápidamente teclearon lo primero que se te cruzo por la cabeza sin interrupciones.
"Yo siempre me mostré auténtica con vos... Me alegra que te des cuenta de eso.Y las deudas… habrá que ver si quiero cobrarlas".
Nerviosa, te acostaste sobre tu mullido acolchado, disfrutando la comodidad de estar en tu propia cama. mientras aún sostenías el blackberry en tu mano. Y en el comfort de descansar en tu casa, con tus cosas, con tu esencia, encontraste la paz necesaria para calmarte; y el click que te faltaba para apretar "enviar".
Okey, pongamos todo sobre la mesa; nunca habías estado tan idiotizada por ningún otro hombre. Jamás, porque Paula Chaves antes que nada era independiente, autosuficiente y fuerte (y otro sarta de adjetivos que eran relativamente verdad pero que los repetías solo para sentirte bien con vos misma).
Verlo no te había sido indiferente y sabías que tu interior se debatía entre hacerse la interesante y ponerte un moño encima para que él disponga (e hiciera con vos lo que quisiese).
Estabas enamorada, enamoradísima, pero no por eso olvidabas esa especie de vacío (asesino) que te hizo Pedro durante casi un mes. Vacío con el que colaboraste por orgullo, por creer que tu verdad valía más que cualquier contra argumento y por creer que el orgullo de Pedro era más estúpido que el tuyo.
Error.
La verdad, Pedro había tenido su parte de razón; entendías como se sentía e incluso te enojaste con vos misma por haberle provocado algún tipo de dolor. Pero ese planteo idiota que había venido adjunto lo considerabas inaceptable. Inmaduro. Hiriente.
Y luego… el silencio, las nulas llamadas a tu celular salvo las de Personal con sus promos, los mensajes que nunca llegaban (porque Pedro nunca te había mandado), el bbm que funcionaba pésimo (y hola, no había excusas porque la crisis en el sistema operativo de Blackberry había sido en el 2011). Lo que sí había (y hubo y hay), era Paula sintiéndose la boluda del año (y Paula eras vos) por haber creído que contra vos y Pedro nadie podía. Y no podía nadie más que ustedes mismos.
Pero ahí estabas; a dos de marzo y con el celular en la mano esperando la contestación al mensaje que le respondiste al caballero en cuestión, quién fue el iniciador de ese intercambio de sms con una desfachatez golpeable. Sumamente golpeable.
La perlita; vos también podías ser desfachatada. La diferencia con Peter; vos eras difícil… muy.
- De nada Pochi - dijo Zaira mientras entraba en tu habitación, interrumpiendo esa ola reflexiva que te cubría aislándote de la presencia de cualquier otro ser viviente en el departamento. Se apoyó sobre el marco de la puerta con una sonrisa cargada de emoción.
- ¿Por qué? - preguntaste confusa y la castaña rió mientras rotaba para quedar sobre su hombro derecho. Enarcaste las cejas, dejando al descubierto tus orbes verdes.
- ¡Feliz San Valentín atrasado! - y de repente caíste. Aeropuerto, Pedro, vos. Oh por dios (Zaira y la que te parió).
- ¿Vos le dijiste a Pedro que yo volvía hoy? - preguntaste para confirmar tus suposiciones mientras te incorporabas sobre el colchón. Ella asintió, orgullosa y vos te mordiste el labio en forma de desaprobación (solo para hacerte la superada, porque Zaira merecía que la ahogues con abrazos bañados en dulce de leche).
Peter te había ido a buscar. Por dentro, fuegos artificiales. Por fuera, cara de poker.
- Veo que se encontraron entonces…- dijo mientras te guiñaba el ojo y decidiste no hablar más de la cuenta porque aunque Zaira era muy muy amiga tuya era casi como la hermana de Pedro.
- Si, porque lo pare yo... Casi se escapa cuando me vio - y Zai frunció el ceño, entre confundida y decepcionada - Te salió mal hacer de Cupido esta vez Cachorra- reíste y ella se contagió aunque todavía algo compungida - Según él, fue a buscar unas encomiendas que llegaban de Nueva York…
- No te puedo creer… qué boludo este pibe - soltó mientras negaba con desaprobación. Claramente, las cosas no habían salido como habían planeado.
- Gracias por el dato igual… - dijiste como al pasar, con una media sonrisa y aún en el sommier, y Zaira esbozó una completa mientras articulaba un grito ahogado y se abalanzaba sobre vos con alegría.
- ¡Pará emoción! - pediste con carcajadas ahogadas (y con la castaña encima) y tu celular interrumpió anunciado la tan ansiada respuesta. Tu amiga se levantó de inmediato, expectante.
"Estoy seguro que voy a lograr que quieras… y con intereses".
Ah bue-no.
Y si no estuvieras sentada, hubieras perdido el equilibrio. Te mordiste el labio fuertemente y no necesitaste decir nada que Zaira es esfumó al instante, adivinando que necesitabas estar sola probablemente por tu expresión.
Te permitiste suspirar.
Esto era demasiado; Pedro estaba con demasiadas luces y vos con 17 horas de vuelo encima y jetlag (y preferías creer que tenía que ver más con eso que con que este flaco te descolocaba, mal).
Sin pensar demasiado, tomaste las llaves de tu auto y le avisaste a tu amiga antes de abandonar el departamento que te ibas a visitar a tu mamá. Tu casa… el único lugar donde podías pensar, libre de influencias. Y donde podías obtener una visión objetiva de todo.
Casi como un ritual, prendiste el stereo una vez en el vehículo y pusiste Soda para que musicalice tu viaje y regularice tus pulsaciones. Ya más calmada arrancaste el auto y dejaste que el urbanismo te invada, impidiéndote pensar en aquello que no querías.
De repente (y a un par de cuadras del departamento), comenzaste a sentir el auto más pesado e inclinado hacia el lado izquierdo. Puteaste y comenzaste a buscar con la mirada algún lugar donde parar y poder poner las balizas. Con el labio inferior levemente mordido, te bajaste, furiosa, para comprobar que la rueda izquierda de adelante estaba pinchada y desinflándose poco a poco.
Resignada a que sola no ibas a poder cambiar el neumático (no había ni ganas ni fuerza), sacaste tu BlackBerry y recorriste la lista de contactos rezando por encontrar a alguien que pudiera ayudarte. Inevitablemente, te paraste en su nombre por unos segundos, como si con tan solo mirar la pantalla él pudiera materializarse ahí con vos. Pero tu orgullo siempre podía más y eras capaz de intentar cambiar la rueda vos antes que pedirselo a él. Saliste de inmediato de la agenda y entraste a Twitter, para hacer tu descargo y hacer gala de tu mala suerte.
Solo a vos.
"En estos momentos, es cuando me hace falta el novio. Varada en la calle con una goma pinchada #elhorror"
Gonzalo… el único que estaba en Capital como para ayudarte no atendía el teléfono. Tu papá en Lobos, tu primo en Pinamar con la novia y tus amigos demasiado lejos como para acercarse a donde estabas. Vos y tu suerte.
De pronto, tu celular otra vez.
"¿Así que necesitas mecánico? Mira que no solo arreglo aires acondicionados. Soy multifacético"
No pudiste evitar largar una carcajada. Definitivamente, Pedro te desconcertaba… siempre.
"Jaja ¿Cómo sabés?"
Te apoyaste sobre el capó del auto.
"Twitter, ¿dónde estás?"
Y ¿desde cuando Pedro tenía twitter? Gracias que tenía mail.
"Estoy a 3 cuadras de casa… igual paso de tu oferta. Seguro tenés que ir a buscar otra encomienda…"
Un reproche, mezclado con un deseo implícito de verlo. Ansias de una respuesta que no llegaba nunca y el calor que ya te estaba resultando sumamente tedioso. Quince minutos de incertidumbre bajo el sol, terminaron de ponerte de mal humor y tuviste ganas de revolear el teléfono para dejar de mirarlo una y otra vez.
- Hola… - y sentiste su aliento chocar en tu nuca y te estremeciste sin llegar siquiera a pestañear. Te diste vuelta enarcando una ceja e intentando lucir (y sonar) despreocupada. Pero allí estaba, tan cerca y con esa media sonrisa, sensual y provocadora.
Maldita sonrisa, maldito Pedro (vos podés Pau).
- Me está asustando esto de encontrarte en todos lados… - dijiste mientras intentabas que la cercanía no te afecte ni que tu sonrisa transmita los nervios que recorrían tu piel- Si no te conociera diría que me estás siguiendo.
- Son las ganas que tengo de verte… - confesó clavando sus ojos marrones y tuviste que hacer un esfuerzo mental extremo para no bajar la mirada.
- ¿En serio? En el aeropuerto no parecía… digo, se te noto bastante incómodo - y fue él quien miró hacia un costado, algo avergonzado al recordar el desplante que te hizo.
- Me sorprendiste.
- Según Zaira no… pero no importa - musitaste mientras revoleabas los ojos y él se rascó la sien lentamente y mirándote con tristeza, como reprochándose su actitud en Ezeiza. Y aunque te hubiera molestado mucho su indiferencia allí, no podías dejar de reconocer que estaba arrepentido y te mataba que fuera tan sensible - ¿Viniste a que te cobre las deudas? Te dije que eso estaba en veremos - dijiste con picardía. Pedro recuperó la sonrisa.
- ¿Qué pasa Chaves? - enarcaste las cejas - ¿Arrugaste?
- Yo no arrugo… - murmuraste desafiante y sabías que te estaba provocando, lo que te hacía tener más ganas de continuar ese juego, por más incierto y peligroso que fuera - Y no te hagas el galán ahora que cualquiera es vivo por mensaje eh.
Pedro rió de costado y vos te mantuviste intacta. Sabía perfectamente a qué te referías.
- Esto no es ningún mensaje, estoy acá con vos...
- Ah ¿estos son tus métodos de convencimiento? - y él se despeinó el cabello con una media sonrisa. Vos le hiciste una irónicamente mientras por dentro te recordabas una y otra vez que se merecía que te hagas desear un poco y desviabas tus ojos hacia su rosario para no tener que caer en la hipnosis de su mirada.
- Recién estoy empezando - susurró con voz ronca demasiado cerca. Peligro, peligro.
- Igual, te cuento que ya conseguí quien me ayude con la rueda… - y lo cortaste en seco. Las facciones de Peter se endurecieron rápidamente y disimulaste una sonrisa de satisfacción con una mueca.
- ¿Quién?- preguntó molesto mientras arrugaba el entrecejo. Parecía un nene chiquito y te pareció tan tierno que tuviste que contenerte de morderte el labio inferior.
- No es asunto tuyo - simplificaste, con mucha razón pero como un manotazo de ahogado por la poca inventiva que tenías en ese momento (culpa de Pedro, su media sonrisa, su olor a cigarrillo que te estaba matando de abstinencia, su pelo despeinado, su camisa abierta). Te habías metido en un terreno pantanoso y hubiera sido genial que tu hermano contestara tus llamados en ese preciso momento.
- No te quiero dejar con cualquiera… - y aunque lo decía para histeriquearte sabías que lo decía porque te quería cuidar. Y eso te emocionaba y te hacía latir el corazón más fuerte.
- Quedate tranquilo, que yo se muy bien elegir mis compañías - contestaste con suficiencia y él hizo una mueca al tiempo que esbozó un suspiro. Lo miraste atentamente.
- Esta bien. Me quedo con vos a esperarlo - la puta madre.
- Igual viene en un rato, porque estaba en el laburo y recién salía en 40 minutos… - dijiste despreocupadamente, intentando contagiarlo a Peter, pero él te miró suspicazmente casi sospechando tu mentira. Tragaste.
- Tengo tiempo - aseguró y se sentó sobre el capot mirándote triunfante. Te ubicaste frente a él, desconcertada con su bipolaridad.
- Y lo vas a desperdiciar al pedo… dale anda Pedro - y él no parecía tener intenciones de moverse. Resoplaste.
- Pasar tiempo con vos no es desperdiciar nada - y no podía decirte esas cosas así, sin anestesia. Entonces, si te extrañaba tanto como te daba a entender ¿por qué se había pasado un mes sin dirigirte la palabra?
- Como quieras… - murmuraste resignada y sentiste como él inspeccionaba detenidamente tus facciones. Lo ignoraste y agitaste tu mano en dirección a tu cuello, para tirarte un poco de aire
- ¿Me convidas un pucho?
- No me cambies de tema Pau, que esto me interesa - retrucó y vos miraste hacia un costado, molesta.
- No entiendo a dónde querés llegar - respondiste y él se atrevió a sonreír.
- Sí entendes… el problema es que no te animas.
- ¿Eh? - soltaste, haciéndote la tonta, no muy segura de querer que Pedro se explaye.
- Dale Pau, dejame que te ayude yo para cambiar la rueda y hacemos más rápido - dijo mientras rascaba su sien y volvía a descolocarte. No podía ser que siempre estés un paso atrás de él.
- ¿Quien cambia de tema ahora? - resaltaste mientras levantabas una ceja, haciéndote la suficiente y la que te tenías todo bajo control (cuando claramente no) y Peter se volvió hacia vos con tranquilidad.
- Tenés razón… - y te alcanzó el cigarrillo. Lo tomaste con una sonrisa y negaste cuando se ofreció a prendértelo por su cuenta. "Dejame a mi" dijiste orgullosa mientras tomabas el encendedor y te encendías el cigarrillo sin dejar de mirarlo a los ojos.
Vos también podías jugar con fuego.
- Avisale a tu amigo que ya solucionaste el tema de la rueda, con el mejor service - y ahogaste una risa por el tono celoso que utilizó al hacer hincapié en la palabra "amigo". Sin decir nada, abriste el baúl para que tome el gato y comience a hacer el cambio de neumático mientras desbloqueabas tu teléfono para hacer el supuesto aviso. Pedro tomó la herramienta y se dirigió a la rueda en cuestión mientras te miraba atentamente.
Sonreíste a sus espaldas.
"Ma, tuve un problema con el auto… lo dejamos para mañana".
Y te mordiste el labio ligeramente, antes de darte vuelta y recobrar la seriedad. Y seguir jugando.
Genial. Disfrute muchisimo de este capitulo
ResponderEliminar