viernes, 29 de junio de 2012

Capítulo 56.

Y pensar que 9 horas antes tu única preocupación era conocer a tu cuñada.

Te mordiste el labio y ni siquiera atinaste a revisar el reloj; debían ser más de las 4 de la madrugada y vos estabas en la misma posición desde que habías cruzado el umbral de tu departamento.

Quitaste el mechón que auspiciaba de flequillo (uno demasiado largo) de tu rostro y con un esfuerzo sobre humano te levantaste para agarrar tu celular, que silencioso no había interrumpido esas horas de ¿meditación? en la soledad de tu hogar. Ojalá lo hubiera hecho.

Ni siquiera Zaira había dado señales de vida (¿dónde estaba todo el mundo?). Te mordiste el labio, otra vez, para tragarte tu orgullo y olvidarte la cara de sorpresa (y lo tonta que te sentiste) que pusiste al verlo bajar de tu auto con tanta efusividad. Cual telenovela de canal 9.

Otro suspiro.

¿Por qué dar el brazo a torcer es tan difícil? ¿Por qué siempre pensamos que dar ese primer paso resta algún tipo de punto? 

Suspiraste (sí, otra vez) mientras tipeabas rápidamente el mensaje del chat sin pensar, porque de otra manera abandonarías el impulso de inmediato. Las voces de los náufragos de la isla de Lost eran como susurros en tus oídos pero los ignorabas completamente. Otra vez te estabas perdiendo el capítulo, pero bastante tenías con vos misma como para ocuparte de los misterios y dilemas que envolvían a doce personas ajenas a vos y a Pedro.


(Flashback)
Tenso sobre tenso... Intenso. O alta tensión (o hiper).


Suspiraste y sonó más a una queja que a una liberación de aire. Pedro te ignoro o simulo hacerlo, mientras su pasividad ante el volante te ponía nerviosa (de una manera insoportable).

El oxigeno era apenas perceptible y bajaste la ventanilla con la esperanza de que ese ahogo se disipe. El gélido viento impactaba sobre tu rostro, arqueando tus pestañas, pero aun así tu cabeza no paraba de pensar y justamente era lo que no querías. 

El calor había dicho adiós hacía un par de días para darle bienvenida al otoño. Las hojas caídas decoraban las calles, con marrones y amarillos coloreando el paisaje (las cuales de noche difícilmente podían apreciarse).

Una leve frenada te obligo a mirar hacia adelante y el farol de la esquina revelo sus rostros, escondidos en la oscuridad de la noche. Entonces por la expresión paradójicamente inexpresiva de Pedro caíste en la cuenta de que hacía 20 minutos que no se dirigían la palabra.

La fuerte molestia ganaba a cualquier deseo de remediar el silencio. Sobretodo rememorando el tono sugerente y hasta inocente con el que habías propuesto que se junte con su papá. Está bien, expresamente te había pedido que no tocaran más el tema, pero no era enteramente tu culpa. Su hermana era con la que en realidad tenía que enojarse, porque era ella la que había insistido en que te involucres para ¿mediar? entre las dos partes. Pésima idea.

Transitaron Juan B. Justo con rapidez y por un par más de calles que solo reconocías por los negocios que se asentaban en ellas. Cuando tomaron Dorrego, el silencio seguía tan inquebrantable como desde la mitad del viaje. Te permitiste observar a Pedro (total él se hacía el que miraba para otro lado) y te irritaste al darte cuenta que no podías decodificar su estado de ánimo.

Las dos de la mañana se hicieron dos y media y te mordiste el labio, porque no te restaba nada más por hacer y tus pulseras no tenían la culpa de que estuvieras alterada (el tintineo entre ellas era sumamente insoportable a esas alturas).

En realidad, haciendo un balance general tus nervios venían desde que hiciste Cañitas- Mármol. Conocer a la familia de Pedro, o parte de, era algo importante para vos; sabías que las cosas entre ellos eran tirantes y por eso más necesitabas mantener una buena relación. Pero el plus de la presión de Luciana fue el desencadenante para dejar olvidada la Paula Zen (que termino de retirarse con las malas contestaciones de Pedro) y dejar como titular a la Paula de siempre, pero potenciada por cinco.

Los faros del auto iluminaron el cartel que avisaba que estaban doblando en Luis María Campos y contaste tres cuadras hasta la casa de Pedro. Él ni se mosqueo.

- ¿A dónde vas? - preguntaste impulsivamente, llamando la atención de tu novio quien apenas había despegado la vista del volante hasta el momento. Su departamento se encontraba metros adelante, pero a él no parecía importarle; y por lo que parecía a vos también tenía que parecerte un dato menor.

- Bueh - bufó Peter antes de disminuir la velocidad y parar a un costado de la calle. Entornaste los ojos.

- ¿Qué? - inquiriste y la conversación parecía una competencia de bufidos. Pedro colocó el freno de mano y desabrochó su cinturón de seguridad. Te miro unos segundos, pero la dureza de su mirada te quito las ganas de seguir hablando.

Entre pasmada y aturdida, tu orgullo comenzó a quedar en segundo plano pero solo reaccionaste al recibir las llaves de tu auto en tu regazo (porque fueron con tu auto) y observaste como Pedro cerraba la puerta del auto cual novela mexicana.

Lo perdiste de vista una vez que cruzo la calle para avanzar hasta su departamento y ahí fue cuando perdiste toda esperanza de que diera media vuelta y volviera. Pestañeaste y torpemente te pasaste al asiento del conductor, decidiendo que nunca te había sido tan incomodo conducir tu propio auto.


(Fin flashback)





"Daaaale amor ya fue"


La madrugada no te permitía redactar otra cosa más jugada y a tu modo, este era un pedido conciso para disipar la tensión y hasta una disculpa. Hiciste zapping en la tele, mientras esperabas que la luz roja del chat se prendiera de una vez pero no lo hacía.

Minutos más tarde alguien te habló en el Messenger, pero era un R.R.P.P. del último boliche de moda. Te mordiste el labio y sin importarte quedar pesada presionaste "PING" en el chat con Pedro para llamar la atención de tu novio. Nada.

Una hora más tarde, habías perdido completamente la dignidad y te encontrabas colocándote tu buzo de Mickey que te trajo tu hermana de su viaje a Orlando por sus quince. Le debías unas disculpas por tus modos… y quizás por entrar en temas que sabías que él quería evitar a toda costa. Pero la indiferencia de Pedro en el auto superaba cualquier cosa. 

Necesitabas que alguien te cerrara la puerta del departamento para no poder salir o que te escondieran el teléfono, pero estabas sola y no ibas a poder dormir peleada con él.

Caminar por la calle sola y a esa hora no te simpatizaba demasiado. Digamos que no tenías otra opción; no ibas a sacar el auto por 4 cuadras, menos pedir un taxi o pedirle a alguien que te acompañara (que se sienta culpable).

Tocaste el timbre del departamento un par de veces antes de mirar a tus alrededores por precaución. Sabías que Pedro había escuchado el timbre, pero probablemente pensaba que era un borracho o alguien que tocaba solo para molestar. El frío otoñal comenzaba a meterse entre tus pocos abrigos y provocaba estremecimientos leves que se multiplicarían con el pasar del tiempo. Eras una persona sumamente friolenta.

Volviste a repetir la acción y el silencio nuevamente fue tu respuesta ¿Se habría ido a otro lado? pensaste mientras te movías sobre vos misma, inquieta ¿Y si había salido a bailar? ¿Ink?

Demasiadas preguntas sin respuesta y mucho frío para tu buzo de Mickey y vos. Al llegar a tu casa pensabas apagar el teléfono todo el día y dormir y no pensar en nada. Ni en nadie.

- ¿Quién es? - escuchaste desde el portero eléctrico y volviste a acercarte al aparato (ya te estabas preparando mentalmente para caminar las cuadras de vuelta lo más rápido posible). Suspiraste aliviada.

- Soy yo, Pau.

- ¿Paula, qué hacés acá? - inquirió desorientado; lo habías sorprendido. Su tono somnoliento te hizo saber que acababa de despertarse… lo cual te robo una fugaz sonrisa.

- ¿Que te parece? - contestaste rápidamente - ¿Bajas o me voy? - preguntaste intentando no ser demasiado desafiante pero tratando de apurar la resolución (y rogando por un sí).

- No te muevas de ahí, ya bajo.







Ultimo hasta dentro de unos días. Últimas semanas de la fuckultad, disfruten los que ya están de vacaciones!

lunes, 25 de junio de 2012

Capítulo 55.

Las gotas resbalaban sin timidez alguna contra el vidrio, con una velocidad poca predecible y dejando marcas tras su paso.

El incesante tamborileo de tus pies (frente al ventanal del balcón) dejaba en evidencia tu creciente ansiedad por escuchar de él. Y por mas veces que chocaras tus zapatillas contra el piso, no alcanzabas a imitar el ritmo de la lluvia.

¿Deberías llamarlo vos?

Odiabas las tormentas; ademas de que te asustaban los diversos ruidos que se escuchaban entre trueno y trueno, te daba una sensación de encierro que no condecía con tu espíritu independiente. Y más odiabas estar sola en tu departamento (¿Y Zaira?) y a todos los boludos que en facebook o alguna red social decían que ese era un lindo día para cucharear. Un egoísmo y una cachetada en la cara para todos los solos, que tenían que consolarse con Cuevana y chocolate.

Ojo, estabas sola, pero no soltera.

Tu mente te sorprendía de vez en cuando, mientras tratabas de concentrarte para ver ese último capítulo de Lost que nunca entendiste, haciéndote recordar ese intercambio de opiniones con Pedro. Con tonos cada vez más elevados, un portazo y con la consecuencia de que ahora sintieras ese algo indescriptible en el pecho.

Divisaste tu celular en la mesa de roble pero una fuerza auto impuesta te obligo a desviar la mirada de él. "Que espere…" justificaste, desde tu lugar en el sillón.

El sofá te arrulló entre sus almohadones (algunos de encaje) invitando a que cierres los ojos y todo se vuelva negro, pero vos seguías tan reflexiva como antes. Pestañeaste y al volver tus párpados cubrieron tus orbes verdes lentamente, sumergiéndote en un estado soporífero.



(Flashback)

Las princesas de Disney sonreían despampanantes en el piso, mientras Delfina colocaba la pieza faltante del rompecabezas en el pantalón celeste de "Jazmín". Te abrazo al felicitarla por haber terminado y Pedro, a tu lado, beso tu mejilla con ternura. Francisco, su otro sobrino, te sonrió recostado en la espalda de su hermana y te preguntaste como podía ser que todo hubiera salido tan bien, sin haber planeado ni siquiera viajar a . El reloj de la pared frente a ustedes marco que eran las 7 de la tarde y la mirada automática que cruzaron Peter y vos, bastó para dar por aludido que era hora de irse.

Presionaste tus palmas contra el piso para levantarte mientras esbozabas una última sonrisa al ver que Francisco se colgaba del cuello de tu novio, formando la imagen más tierna en todo el mundo. Delfina insistió en acompañarte a buscar tus cosas a la cocina y en el camino (que duro minutos) te hablo desde sus pulseras hasta de sus amigas de primer grado, los juegos que jugaban y de la música que le gustaba bailar. Señalo tus decenarios, maravillada por los vivos colores y deslizaste uno color lila a través de tu muñeca, para regalárselo. Y su sonrisa al recibirlo fue más de lo que podías pedir a cambio.

Tomaste el morral color suela de la silla metálica de la cocina, un poco desordenada pero con un aire clásico y con historia. Nada que ver a la tuya, que estaba prácticamente intacta y estaba… solo por estar y por las convenciones culturales. Tu arte era el delivery.

Luciana se deslizo por las baldosas de la cocina y revoleó el repasador sobre la mesa, quedando frente a frente con vos. Su colita desprolija caía irregularmente sobre su hombro derecho, y sus ojos miel te observaban con curiosidad. Sentiste como si te inspeccionaran con rayos x y deseaste hacerte invisible, al menos para ella.

- ¡Mira lo que me regaló Pau má! - exclamó Delfi, reclamando atención y agradeciste que haya elegido ese preciso momento. Carcajeaste por la determinación con la que le enseño su muñeca a su mamá y la sonrisa orgullosa con la que acompañaba sus palabras.

- ¡Qué linda Delfi! ¿Le agradeciste a Pau? - inquirió la hermana de Pedro, al tiempo que enarcaste una ceja.

- ¡Obvio! - y su dulzura acunó tus oídos.

- ¿Por qué no se la mostrás al tío? - acotó tu ¿cuñada? y la nena asintió, antes de desaparecer por el umbral. Implícitamente era un pedido para que las dejaran solas y no tardaste en notar la postura relajada que tomó tu acompañante. Exhalaste con delicadeza - ¿Ya se van?

- Sí, es largo el viaje hasta casa - explicaste y ella asintió amablemente - y con el tráfico que va a haber...

- Entiendo - te interrumpió, esbozando una sonrisa y vos juntaste los labios sin saber que más agregar -Bueno Pau un gusto que hayan venido... Estás invitada cuando quieras - y el brillo de sus ojos confirmo que habías pasado esa prueba de fuego familiar sin quemarte.

Tres hurras para Pau.

- El gusto es mío - añadiste, mientras cruzabas el morral, lo colocabas en tu hombro derecho y dejabas que tu pelo caiga sobre el izquierdo.

- ¿Te puedo decir una cosa? - preguntó algo tímida y abandonaste la búsqueda del blackberry, perdido en algún lugar de la cartera. Levantaste la mirada, para darle el pie a que continuara y ella separó los labios - No quiero ser desubicada ni incomodarte... Pero no sé que más hacer. Supongo que sabrás que papá y Pedro tienen asuntos no resueltos... del pasado y que no van más - y creías adivinar cuál era el punto al que quería llegar - Pepe es muy cabeza dura y a mi no me escucha. Pero vos, que estás fuera del conflicto quizás podés persuadirlo un poco para que se junte con él...

Como si fuera tan fácil. Querías mantenerte lo más fuera posible de esa disputa familiar... Pero para vos también era hora de que ambos se sienten y hablen lo que tenían que hablar. Pedro se lo merecía.

- Yo... - y su mirada expectante hasta te molesto - la verdad no me quiero meter. Pero ese "odio" que tiene Pedro no le hace bien y estoy a favor de que haya un dialogo. Voy a tratar de hacerle ver eso...

- Gracias por intentarlo - y entendiste su afán por recuperar los vínculos familiares, pero no te gustaba mucho su manera precipitada - Le hacés muy bien a mi hermano y nada es más importante que eso.

No supiste si lo decía para terminar de convencerte de su idea o porque de verdad te agradecía. De todas maneras, no pudiste evitar la sonrisa de tonta que se dibujo en tus labios.

- ¿Que están secreteando ustedes? - inquirió Pedro y no supiste si su repentina aparición te causo un sobresalto o un escalofrío.

- La estoy felicitando por el bombón que se esta llevando - automáticamente te posicionaste a su lado, mientras te acomodabas el morral. Luciana, impasible- Mentira, nos estamos saludando.

- El afortunado acá soy yo eh - aseguró luego de mirarte y besaste su mejilla -¿ Vamos mi amor? - te sonrió mientras te empujaba levemente para salir de la cocina.

Y luego de saludar y abandonar el departamento, entraste al auto con la sensación de que estabas cargando un peso encima que no te correspondía cargar.

(Fin flashback).


Entreabriste los ojos, en medio de un bostezo. Maldita lluvia, maldito Toblerone que acabó de terminarse y maldito Pedro y su orgullo. Y el tuyo.









¿A que no me esperaban? La verdad yo tampoco, porque no pensaba subir hasta después del 12 de Julio, pero las ganas pudieron más (y as no ganas de estudiar). Asi que ya que subí el capítulo, prendan una vela a Moyano para que no rinda el miércoles (:


GRACIAS POR EL AGUANTEEEEEE! Y por el interés por Asignatura Pendiente, ya pronto la andaré subiendo....

Se lo dedico a mi #cableatierra y amiga @truelovepp que me banca en toda esta locura como nadie. Lalux sos mil :)

Y a Tinix (@AlwaysPedraula) por ser tan tan genia y porque le debía el regalito!

No sé si cumple sus expectativas, pero quería subirlo. Espero que guste a todas, GRACIAS de nuevo.


Pd: No se si se enteraron, pero hay infradotadas hackeando blogs. Si, es la nueva.... Colaboremos avisando y promoviendo la info.  #HackeameEsta

viernes, 1 de junio de 2012

¡AVISO!


Hola genteeee! Perdón por esta desaparición mía, de Deja Vu y del mundo de la escritura... no fue por hacerme la boluda ni mucho menos. La verdad es que soy re contra colgada y la facultad me reduce el cerebro.

Respecto a Deja Vu, como verán me di un break no anunciado, porque no tengo tiempo de mantener la continuidad de la novela y eso no es justo ni para ustedes ni para la historia... ni para mi. Tengo muchas ideas, pero poco tiempo para escribirlas y Deja vu merece mucho más.

Les cuento que tengo una sorpresa (?? que vengo anunciando pero nadie me da pelota, así que lo comento por aca. Estoy terminando un minific que venía escribiendo, se llama ASIGNATURA PENDIENTE ( http://asignaturapendientepyp.blogspot.com.ar) y lo estoy amando mal, posta. Me falta muy poco para finalizarlo y estoy ansiosa por compartirlo con ustedes.

NO VOY A DEJAR DEJA VU, quiero que esto quede claro... consideren que termino la primer temporada.

Las mantengo informadas, gracias por el aguante! Hasta prontito. 

Que les lluevan besos de Pedro!